El reloj floral de Linneo

El primero en observar y dejar testimonio de que algunas plantas, en su caso un tamarindo (Tamarindus indica), abren sus hojas durante el día y las cierran durante la noche fue Andróstenes, un oficial que acompañó a Alejandro Magno. En el siglo I, Plinio el Viejo hizo una observación similar, repetida en el siglo XIII por Alberto Magno.

En 1729, Jean Jacque d'Ortous de Mairan, un astrónomo, no un botánico, informó en un experimento - considerado el primer experimento cronobiológico verdadero de la historia - en el que observó la espontánea apertura diurna y cierre nocturno de las hojas de la Mimosa pudica guardada en un armario en la oscuridad. El experimento fue repetido con algunas mejoras por Duhamel de Monceau y por Zinn, ambos en 1759.

Otro sueco, Arrhenius, discutió que un misterioso factor X cósmico provocaba los movimientos. Charles Darwin publicó un libro completo de los Movimientos de las Plantas, argumentando que la propia planta genera sus propios ritmos diarios. El botánico más famoso del siglo XIX, Pfeffer, empezó favoreciendo una "hipótesis externa", pero los experimentos de Darwin le forzaron a cambiar posteriormente de idea y aceptar la fuente "interna" de tales movimientos rítmicos. A principios del siglo XX, Erwin Bunning fue el primero en realizar un exhaustivo estudio de los ritmos circadianos en las plantas. Durante el resto del siglo, la se llevaron a cabo investigaciones en animales y aunque ha habido algún progreso recientemente, el estudio del reloj de las plantas aún va por detrás de la Drosophila y el ratón.

Pero fue Carlos Linneo en el siglo XVIII quien, aficionado a personificar plantas, llamó a este fenómeno el "sueño" de las plantas. Pronto, dirigió su atención a los movimientos diarios de los pétalos de las flores y realizó un amplio estudio de las horas del día en el que cada especie de flor se abría y cerraba.

Linneo observó durante un número de años que ciertas plantas se abrían y cerraban constantemente a una hora particular del día, esas horas variaban de una especie a otra. Por lo que uno puede deducir la hora aproximada del día según que especies abrian o cerraban sus flores. Dispuestas en secuencia de floración durante el día, constituyeron una especie de reloj floral o horologium florae, como lo llamaba Linneo en su Philosophia Botanica (1751, páginas 274-276). Existe un detallado y extenso informe de esto en inglés en la traducción de F.W.Oliver de The Natural History of Plants, 1895, vol.2, páginas 215-218 de Antno Kerner. Como muchas de las plantas indicadas son flores salvajes y las horas de apertura/cierre dependen de la latitud, las complejidades de plantar un reloj floral lo hacen una proposición impráctica.
Aunque no es sencillo, se ha logrado hacer. En Uppsala, por ejemplo, se ha realizado (pdf) y uno puede encontrar una útil lista de plantas locales para intentar construir uno.

Linneo, en sus escrituras tituladas Philosophia Botanica, escribió sobre 3 tipos de flores:
  1. Meteorici: una categoría que cambia su hora de apertura y cierre de los pétalos según el tiempo atmosférico.
  2. Tropici: flores que cambian su hora de apertura y cierre según la longitud del día.
  3. Aequinoctales: las más importantes aquí, teniendo horas fijas para abrir y cerrar los pétalos, sin importar el tiempo o la estación.
Solo las últimas pueden ser usadas para construir relojes florales, mientras que las primeras fueron importantes para los estudios de la vernalización y fotoperiodicidad en las plantas a principios del siglo XX.

Puedes encontrar más detalles de la historia aquí. La idea de un reloj de flores también inspiró a artistas de varios  tipos.

Fuente: A Blog Around The Clock
Siguiente entrada Entrada anterior
No Comment
Añadir comentario
comment url

Libre para donar o aceptar cookies