Antiguos proyectos para derretir el Ártico

Aunque en la actualidad el calentamiento global se ha convertido en un problema muy serio, en el pasado soñaban con aumentar las temperaturas para poder disfrutar de inviernos menos duros y aumentar la extensión de las tierras fértiles.

Ya en la década de 1870, el geólogo de Harvard Nathaniel Shaler sugirió canalizar la corriente Kuroshio hacia el estrecho de Bering. Afirmaba que al fundirse el hielo de las regiones circumpolares, las plantas llegarían a regiones localizadas más al norte, aumentando la capacidad de estas tierras para sustentar la vida.

Varias décadas después, en 1912, Carroll Livingston Riker, ingeniero, inventor y magnate buscaba cambiar el clima de las regiones polares. Para conseguirlo, debería evitar que la fría corriente del Labrador entrara en contacto con la del Golfo, por lo que debería construir una calzada elevada de 322 km de longitud en la costa de Terranova.


En teoría, se podría haber construido suspendiendo un largo cable u "obstructor" en el océano que frenaría el flujo hacia el sur de la corriente del Labrador, provocando un depósito de sedimentos. Los beneficios potenciales de desplazar hacia el oeste la corriente del Golfo incluían menos nieblas y un calentamiento general de los climas del norte. La propuesta de Riker fue inspirada por el proyecto recientemente completado del puente del ferrocarril de Henry Flagler de Key West, Florida, hacia la parte continental y la excavación del canal de Panamá. El trágico hundimiento del Titanic también otorgó urgencia a su propuesta, dado que su calzada podría ayudar a eliminar los icebergs de las rutas de navegación. Riker fue apoyado en el congreso por el diputado William Musgrave Calder, quien propuso la creación de la Comisión de la Corriente del Labrador y Corriente del Golfo. El Secretario de la Marina Josephus Daniels no estaba convencido del todo por su propuesta, pero pensaba que podría ser útil un estudio general de las corrientes de los Grandes Bancos.

Este fue uno de los proyectos de ingeniería climática más grandes de su tiempo, aunque la idea de un océano Ártico sin hielo fue ampliamente discutida. La novela de Julio Verne "El secreto de Maston" pudo estar inspirada en esta idea.

En 1957, el académico soviético Petr Mikhaĭlovich Borisov, aludiendo al desafío centenario de los rusos de sobreponerse a las frías tierras del norte, propuso construir una presa a través del estrecho de Bering para fundir el hielo del océano Ártico. En numerosos artículos, y después en su libro "¿Puede un hombre cambiar el clima? (1973)", Borisov detallaba su visión de una presa de 80 km de longitud y 61 m de alto con estaciones de bombeo y esclusas que uniría Siberia con Alaska.

Propuso que la presa se construyera en secciones de 250 m fabricadas con ferrocemento resistente a las bajas temperaturas, que pudiera llevarse al lugar de construcción y anclarse al fondo marino con pilotes.  Además sugirió que la zona más alta tuviera la forma necesaria para que los témpanos de hielo pasaran por encima y se rompieran en el lado sur. Un diseño alternativo incluía una autopista y una vía ferroviaria intercontinental. Según Borisov, "Lo que la humanidad necesita es una guerra contra el frío, más que una "guerra fría"."

Para acabar con el hielo ártico, Borisov quería bombear el agua del océano Ártico a través de la presa al mar de Bering y el Pacífico Norte. Este desplazamiento permitiría un flujo de aguas más calientes del Atlántico Norte para, en varios años, eliminar la capa de agua dulce, evitando así la formación de hielo en la cuenca del Ártico, creando condiciones climáticas más templadas.

Su objetivo era eliminar una capa de 61 m de fría agua superficial, que sería reemplazada por aguas más saladas y calientes que no se congelarían. Inspirado por el libro popular de Markin "Poder Eléctrico Soviético", Borisov asumió que pronto estarían disponibles grandes cantidades de energía para hacer funcionar el bombeo, quizás de generadores eléctricos o reactores nucleares.

En Japón, los ingenieros imaginaron que podían calentar el helado mar de Ojotsk desviando la corriente Kuroshio con una presa o una válvula unidireccional de agua en el estrecho de Tartaria, entre la isla de Sajalín y Siberia. Esto permitiría calentar 1,6ºC las cuatro islas principales de Japón, Corea y la costa de Siberia.

En un experimento de geo-ingeniería de 1970 pensado solo para ser probado en un modelo computerizado, el geo-científico y especulador japonés Keiji Higuichi se preguntó que le pasaría a la circulación atmosférica y oceánica global y, por lo tanto, al clima mundial, si el pasaje de Drake, entre Sudamérica y la Antártida, fuera bloqueado por una presa. Una posibilidad era el inicio de una nueva edad de hielo.

Científicos rusos advirtieron de la posible alteración climática por tales mega-proyectos. Borisov admitió que los efectos climáticos y ecológicos a gran escala de su presa en el estrecho de Bering no se podían predecir completamente, ni se podían confinar a las fronteras de un estado; más bien, implicarían directamente los intereses nacionales de la Unión Soviética, Canadá, Dinamarca y los Estados Unidos, e indirectamente a muchos países en otras zonas que podrían experimentar un cambio climático causado por el proyecto.

Con una presa de tal calibre, los inviernos en las latitudes medias serían más suaves debido al calentamiento de las masas de aire polar y ártico. Pensaba que zonas como el Sáhara estarían mejor irrigadas  y quizás se convertirían en estepas o sabanas. Los beneficios directos de un océano Ártico sin hielo incluirían rutas marítimas más directas entre Asia Oriental y Europa, mientras, con cálculos muy optimistas, el aumento del nivel del mar sería modesto, incluso contando con que se derritiese el hielo de Groenlandia.

Larisa R. Rakipova señaló que un calentamiento sustancial en el ártico podía enfriar los inviernos en África en 5ºC, "llevando a una alteración completa de las condiciones de vida de la gente, animales y plantas" y Oleg A. Drozdov avisó que el calentamiento del Ártico llevaría a un colapso total en el intercambio de humedad entre los océanos y los continentes, con un exceso de lluvias en el Lejano Oriente y una gran aridez en Europa. Los drásticos cambios resultantes en los suelos, vegetación, régimen hídrico y otras condiciones naturales tendrían amplias consecuencias negativas tanto ecológicas como económicas y sociales.

Científicos de los EEUU afirmaban que la presa podría construirse a un alto precio, pero no sería practicable.

Además del hielo marino, los soviéticos también estaban luchando contra la "maldición de los siberianos": el permafrost de 490 m de ancho. Un sugerencia para eliminarlos consistía en aplicar hollín a los campos nevados para que absorbieran más luz solar; o quizás materiales más baratos como la ceniza o la turba pudieran hacer el trabajo.

Fuente: Popular Mechanics, January 1954 - Ocean dams would thaw north - Pág. 135
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